lunes, 4 de abril de 2011

Barrotes

Para esta actualización contamos con un nuevo aroma, fue el aroma que nos inspiró en esta historia, que será el comienzo de una larga saga. Barrotes.



No me han encerrado entre cuatro paredes desnudas y un jergón sucio, no, tan siquiera me han dejado un rincón donde la intimidad diaria encuentra un pobre consuelo agachado apoyando mi peso sobre el frío y siempre húmedo hormigón…


No, me han dado la posibilidad de redimir mis pecados en un lugar donde la introspección es lo único que me ha quedado. Revivir una y otra vez el pecado, el error que cometí producto del éxtaxis que me produjo el dulce ron, el fresco y ácido limón… sí… aún extraño al ron, aunque le he jurado venganza y no volver a probarlo, no fui yo cuando salía corriendo tras esos chicos, no fui yo cuando solté el primer puñetazo y cogí, no sé qué cogí, pero todavía noto en mi mano algo que no era mío y la sangre golpeándome la cara, lo juro, no volveré a tomar una bebida alcohólica , me vuelven otra persona… no… puedo explicarlo pero así fue…


Fue el ron.


Y me había negado a cualquier cosa que pasara aquí, cada día había un recuerdo que borrar, una persona que esquivar, y un compañero nuevo con el que intercambiar algunas palabrotas, insultos, o batallas de libertad, había hecho de mi vida en la cárcel una monotonía llevadera, vivía dentro de mí recordando y olvidando cada detalle según no sé qué leyes internas dictadas por mi cerebro, pero había conseguido vivir, en vez de morir por dentro… Ser consciente de qué habría de hacer, y qué tendría que evitar… un juego sencillo, libre de ron.


Pero por primera vez en años me llevan al Área Rosa, allí donde dicen que se puede ver a las mujeres de verdad, olvidar los postes de los cubiles de compañeros, y de verdad ver una mujer no con menos fallos que yo, y con un mismo destino inmediato compartido en escaso 30 metros…


Y lo increíble, no quise mirar, nunca quise aproximarme a esos barrotes que parecen aumentar la sensación de prisionero de una manera exponencial, al deseo que provoca el suave tacto de una mujer, el calor que emerge desde su sexo… el ver cómo se le eriza la piel… no, eso no me lo provocaría, eso lo evitaría. No quiero mirar, pero distraído, buscando algo que hacer por estúpido que fuese, miré.


Allí a lo lejos, una mujer atrapada en sí misma como yo, apartada de los barrotes miró… su mirada apagada y directa de ojos verdes y grandes, me contaba cuánto lamentaba sus desgracias, que poco tiempo ya la quedaba para morir, para que la luz se le apagase… que… el cielo fue engullido por un juez que injustamente la culpó…


Quisiera saber su historia, quisiera darle un abrazo… devolverle la luz a sus ojos, verla sonreir tras esos hermosos labios… hoy, sin temor a decirlo… quisiera encontrarla y olvidarla, sentirla y que no hubiese aparecido en el momento preciso que trataba de seguir mi vida como llevaba hasta ahora. Mi rutina, me ha destrozado mi rutina
*la firma aparece emborronada y tachada varias veces y parece haberse mojado*


Te diría tantas cosas... como por ejemplo te quiero. Te soñé como eres, te esperé y viniste a redimirme y a curarme de mi misma, con tu sangre lavaste mis heridas que del alma jamás cicatrizaron. Te llamo a aullidos rajando la noche, tronchando en dos todas tus estrellas que aún sobreviven a mis torpes manos, me engancho a ti desesperada, cegada de tu luz, de tu esencia, empapada de tu ser hasta que borracha de ti comienzo a soñarte una y otra vez de nuevo.


Peor prisión es mi recuerdo
que esta celda con sus barrotes.
Me atormenta, preferiría estar muerto…
mas no dejaré que el pasado me derrote…

Soy consciente de mi pecado
y me arrepiento de ello…
¿Fue por estar embriagado?
Sino… ¿Por qué le cogí del cuello?

Sé que fue el destino,
quién puso aquello en mi mano,
por eso me resigno…
Fue la fortuna quien me la ha jugado…

Hoy mi vida se resume
en luchas en duchas por autoridad,
sentir como la vida se consume,
desde el día que perdí la libertad…

Aquí todo es tan distinto…
vivir con miedo constante
pues en cualquier instante
te sacan un pincho…

Hoy soy más agresivo,
también mucho más sumiso.
Ya no sé ni qué digo…
Mi futuro es tan escurridizo…

Os confesaré una cosa,
jamás me sentí más preso,
que cuando llegué al Área Rosa…
cómo anhelé un solo beso….

Una mirada entre tantas,
una sonrisa enterrada
en un pasado cómo el mío.
Estos muros nos vuelven tan fríos…

Muero por saber su historia,
ahuyentar su pena,
sentir con ella un segundo de gloria
y olvidarme de esta maldita condena…

3 comentarios:

  1. Muy bonito chicos enorabuena un vez mas...
    Un beso
    Paloma

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  2. BRAVOO!!! chicos y aida claro esta!!
    está genial!
    Cada dia me sorprendeis mas..!!
    seguir asi que si esta historia sigue muchos/as seguiremos enganchadas a ella como una telenovela!! ajjaja

    besoss

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  3. Me ha gustado mucho esta historia, seguid haciendo tan buen trabajo.

    Nenibel

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